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Quiero Agradecer profundamente a cada uno de ustedes por tomarse un poco de su tiempo para hacer escala en este sitio. Esta hecho con mucho cariño y sobre todo mucho respeto para ustedes que me hacen el favor de leerme... Hagan una pausa en cada una de mis reflexiones... Espero poder tocar sus corazones.

Guadalupe Divina.

Wednesday, September 22, 2010

Me extinguí entre tus brazos

Me extinguí entre tus brazos. Me embebí en lo adusto de tu recuerdo breve pero eterno. Subliminal el transparente y suave ósculo; aquel que borro los otros; si bien, no los miles, si los cientos de sabores que se hospedaron por segundos en el manjar que eran tus pronunciados y sublevados labios. Me extinguí entre tus brazos. En la complejidad clara y subjetiva de lo que se piensa que se tiene, pero que nunca ha sido poseído concretamente. En esa ambigüedad que dictan las reglas de los que han forjado un libro o un manual de placeres y han redactado aquello, para que sea leído y sea gozado. Me extinguí entre tus brazos. En esa loca esperanza de arrancarte de la mente todas las memorias que aunque complejas y compactas, te habían hecho vibrar al compás de ciertos vientres, vahos de seducción que lograron que cruzaras la linea divisoria entre amor y pasión, entre lujuria y pecado. Me extinguí entre tus brazos. Bendije en una sola oración los contornos juveniles y bien alineados de la esperanza que es tu cuerpo. Visité cada estación suave brisa de fé seductora que aguardaba por mi tacto y que consecuentemente habría de apagar de mi brújula, la sed de vid de tu entrepierna y tu cadera mausolea, gregoriana, trepidatoria. Me extinguí entre tus brazos. Imploré por un minuto eterno, que la divisibilidad de tu senos y tu género, dejaran huella imperecedera en el imperio desgastado de mi vera, que las sensaciones hiperbólicas que sucedieron en forma subsecuente y adyacente a las tuyas, no se agotaran nunca y que esos linderos de fuego hirvieran como flama en mi piel y quemaran todas las ganas sofocadas en ese momento esquizofrénico y arsénico. Me extinguí entre tus brazos. Lamí cada una de tus células en la degustación que hacía constar el sabor salado y dulce amargo del veneno que brotaba de tus labios, de esos, no de aquellos por los cuales tu emitias dulces sentencias, sino por esos, en los que se consagra dicha plena; de esos que provocan un gemido, una sacudida tendenciosa y explosiva. Me extinguí entre tus brazos. En un siglo de emociones atribuladas y un manto de lubricadas fantasías. En lo que fue, la magia misma del éxtasis que se diluye como relámpago que explota, pero que diafano brilla y se esparce en los sentidos cuando se logra un climax de cadencia femenina y un brío apasionado de la fuerza masculina. G©D 2010

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