CON DIGNIDAD

Otra vez vuelve la duda, su sangre obcecada fluye visceral sin mas nada que lo tembloroso de esa alma que inservible se arrastra hasta el pantano, bebiendo musgo viscoso de entretejidas células muertas, solo en apariencia vive. Así se desgaja desencantada la misteriosa verdad que le ronda el espíritu y se injerta en las entrañas. Cuanta incertidumbre, cuanta amargura, cuantos vestigios de guerras libradas y jamás ganadas. Descaro vil de la fragilidad que esta injerta y coagulada en el centro de su pecho. El desengaño le volatina las arterias y le deja en estado de inconsciencia, muerto en vida, cosidos por el alcohol sus miedos. En desvergüenza abrupta para seguir burlando en hipocresía su propio destino. Extinguirse el orgullo entre hojarascas, cubierto de pánico, alucinando que volverá a ser aquel fuerte abrazo que cubrió la vida de quienes le amaron. Que los hijos de su sangre le volverán a llenar de algarabía y la musa que inspiraba sus odas regresará a conquistarle la fé. Cuán amarga la verdad que el mismo se ha entretejido entre sollozos. Se ha bebido la dicha de despertar y cobijarse en el amor de la familia. Ha destruído no solo la carne hedionda ahora de soledad vertida a gritos en las noches de silencio, sino la esencia que ha sepultado entre podredumbre en el deceso anímico de la infelicidad que el mismo ha electo. Ni aún en la desdicha más amarga intenta redimirse. Desea acabarse la desgracia a sorbos, perderse más abajo del asfalto, dormir entre la negra nieve vertida de desprecio, tragarse las botellas para terminar más allá del pozo profundo del olvido, nadar en el oceano putrefacto de sus propias huellas que imborrables solo dejan un pálido holocausto de dolor que va desdibujando su propia identidad. Vocifera retorcido en la tortura masoquista. Lentamente se pierde, se extingue, se diluye. Y entre tinieblas y oscuridad, abandona la dicha de haber vivido como un verdadero hombre, con dignidad. G©D2010