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Quiero Agradecer profundamente a cada uno de ustedes por tomarse un poco de su tiempo para hacer escala en este sitio. Esta hecho con mucho cariño y sobre todo mucho respeto para ustedes que me hacen el favor de leerme... Hagan una pausa en cada una de mis reflexiones... Espero poder tocar sus corazones.

Guadalupe Divina.

Tuesday, January 10, 2012

Franco

Franco es un desposeído, ya no le queda nada, hasta las manos le arden de ausencias. Ayer, se le partieron los zapatos, ahora se le mete polvo por los agujeros que se le hicieron en las suelas. Frecuentemente camina por las noches entre los basureros de la calle "demencia", va arrastrando sus pasos y con ellos sus tristezas, lo hace decenas de veces. No descansa, va y viene. Cree que al hacerlo encontrará lo que ha perdido. Dice que ayer vio através de una ventana a un niño que cruzaba la calle corriendo desesperadamente para después afianzarse de la mano de un anciano, pero que ante sus ojos se esfumaron niño, anciano, ventana, calle y en su lugar todo se convirtió en un campo lleno de gladiolas y nardos. La realidad es que todos creemos que ese niño que dice que vio es, él mismo, que solo exterioriza sus sentires confundidos. Se sabe que amó mucho a su abuelo, el lo cuido cuando enfermó, dicen que aullaba como perro herido en el pórtico de su casa aquel día, cuando al regresar de un mandado, lo encontró en la cama casi sin vida. Esa fue la última vez que se vieron, la ambulancia se llevó al viejo mientras Franco fuera de si, corría tras el vehículo. Hay quienes cuentan que nunca se habían separado, que cuando Franco quedó huérfano a los 2 años, el abuelo se hizo cargo de educarlo. Es bien sabido en el pueblo que Franco y el viejo fueron muy felices juntos, que todas las mañanas daban un paseo por la alameda, que Franco se subía al kiosko y desde ahí feliz gritaba "te amo abuelo" que así mismo las aves revoloteaban encima de sus cabezas y trinaban de alegría.  Pero el viejo murió hace tres años y Franco le ha llorado a su tumba 26 horas al día, se ha puesto tres manzanas en la frente, ha disparado balas que nunca atina, porque no tiene un arma y se apunta con el dedo. Franco no comprende nada, se ha evadido, balbuce incoherencias, dice que  hoy por la mañana platicó con el niño que vio cruzar por la ventana inexistente en esa calle ficticia, el mismo niño que se afianzo de la mano del abuelo imaginario. Hoy le comentó a su amiguito que esta cansado, que ya no volverá a caminar sin rumbo, que esta noche irá al cementerio y acurrucado en la tumba, cuando se apaguen las estrellas y el se duerma, vendrá el anciano y lo ayudará a cruzar aquel campo lleno de gladiolas y nardos en dirección opuesta. 
Guadalupe Divina G©D2012 Todos los derechos reservados

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