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Quiero Agradecer profundamente a cada uno de ustedes por tomarse un poco de su tiempo para hacer escala en este sitio. Esta hecho con mucho cariño y sobre todo mucho respeto para ustedes que me hacen el favor de leerme... Hagan una pausa en cada una de mis reflexiones... Espero poder tocar sus corazones.

Guadalupe Divina.

Monday, March 28, 2011

Cúan lúgubres pueden ser los momentos a veces, en los que ya ni las palabras son suficientes para pronunciar un "lo siento". Desde el entrar a esa sala fue impactante, el aroma era místico, se respiraba a velas quemadas, flores y libros sagrados. El ambiente era totalmente distinto. Podía percibirse que ahí había un alma viviendo el terror de saber que su tiempo se había convertido en mínimo, que ya las horas que se vivían eran sin duda alguna las últimas, que la oración era triangular elevada al padre, al hijo y al espíritu santo, en franco grito de un silencioso dolor pidiendo auxilio. Apareció ella, en su rostro reflejaba evidentemente los estragos de la maliciosa enfermedad que se había aparcado en la piel y en los huesos. Se le veía pálida, los ojos verdaderamente compungidos, sin luz el rostro, el brillo de la esperanza que nos mantiene vivos se le había apagado pintados en grises y negros que no solo salían de aquellos ojos tristes sino que inundaban la habitación ahora fría de una soledad que se percibía inmensa. La piel de ella se había convertido en amarillo pálido, las profundas marcas de la piel que antes eran arrugas, eran ahora surcos del sufrimiento más cruel, sabía que su tiempo de alejar sus pies de la superficie de la tierra estaba a punto de culminar, que se extinguiría así, de la misma forma en que un día había llegado a la tierra, sin darse cuenta de cuando exactamente, ni hacía donde la llevaría la extinción de su esencia, la única esperanza era la ƒé en que de alguna forma cada una de sus acciones la acercaría al cielo. Aún en la desgracia intentaba calcularlo todo, ocultarle al marido la verdad, dejarlo en desconocimiento de su partida, "que para protegerlo y no sufriera". Cuanto egoísmo aún había en ella. Se le había olvidado que los otros, la familia, también tiene sentimientos, que el derecho de compartir la pena más grande que estaban a punto de vivir no era solo de ella, que el hombre, también tenía el derecho de conocer la desdicha y preparase para recibir con fortaleza lo que se le sobrevenía. Pero ella era un alma sufriendo y solo lo veía desde su perspectiva. No quería ser egoísta, pero lo estaba siendo. Su secreto a voces revelado por ese rostro, ese rostro lleno de pánico y de pena, de esa que se tiene cuando se sabe que lo único cierto de este mundo esta llegando. Cuando se sabe que la muerte anda rondando nuestra esquina, que los gusanos se alimentarán con nuestra carne y que los huesos se pulverizarán en el tiempo y pernoctarán en el subsuelo, que la tumba será alumbrada por las lunas del olvido del que ha partido, al que de pronto se le llora y luego se le abandona para siempre sepultado en ese oscuro hoyo cavado ahí debajo de la tierra, aquel en el cual segura y difícilmente si bien le va, alguien en algún aniversario regresará a posar alguna flor sobre la lápida y recitara unas palabras compungidas intentando redimir su falta de memoria ante algo que es la costumbre y tradición del ser humano. "el olvido".

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